domingo, 17 de septiembre de 2017

La realidad distópica (algunas notas acerca de todo y nada ¿primera parte?)

Los que me conocen, saben que soy una obsesionada del tiempo, siempre uso reloj, me encanta marcar las actividades en mi Moleskine y en el calendario electrónico. También soy una de esas personas que en septiembre empieza a pregonar que el año ya se acabó. Lo anterior me llevo a ponerme trabajar en esta entrada, porque si en promedio escribo dos al año y no había subido nada debo apresurarme para escribir la siguiente porque el año se nos está acabando (sentido de alarma).

Este sin duda fue/es para mí el año 2Q17 (como se imaginarán por la referencia, este año comencé y terminé 1Q84 de Murakami). Aún recuerdo la tranquilidad que sentía cuando finalizó 2016 y me la pasaba visitando amigos, dando abrazos, cocinando para compartir (sentido de todo bien, nada puede salir mal, el futuro promete) antes de que muchas cosas terminaran por irse al carajo. Aclaración: no voy a profundizar en las cosas que sucedieron en mi vida personal, pero sí en algunas ideas que me han acompañado <<me gusta pensarme en una posición distinta a la que me encontraba cuando este año comenzó>>. Con lo anterior en mente, algunas ideas que me motivaron a escribir están relacionadas a la realidad distópica en la que transcurrirá/transcurre/transcurrió este año para mí y que vivimos los mexicanos (si, aunque no tenga un domicilio en el país desde 2014, me pienso muy arraigada a México).

Es septiembre y vivimos lastimosamente el asesinato no solo de una mujer joven, sino de muchas y muchos, en unos días más tendremos el recordatorio de lo acontecido con los 43 estudiantes de Ayotzinapa, el crimen, el desempleo, la impunidad, el cinismo, los 55.3 millones de gente en pobreza y de ellos los 11.4 millones de personas que vivieron hoy (ayer y mañana) en completa agonía sin nada que llevarse a la boca. Lo peor, como dirían los Caifanes "Aquí no pasa nada". 

Sé que lancé muchos temas que no creo cubrir en esta entrada. De ellos, el caso de las mujeres jóvenes que son asesinadas y la percepción de la opinión pública me ocupa esta vez. Como mujer he vivido situaciones desagradables como muchas otras conocidas y amigas donde he sentido que sólo por ser mujer algunos hombres sienten que tienen razones suficientes para interrumpir nuestro camino, para tocarnos sin consentimiento, lastimarnos y en un nivel más grave llegar hasta situaciones como una violación y asesinato. Además, leyendo aquí y allá encuentro estos días recurrente el mensaje de dejar claro que las mujeres no somos vírgenes, ni putas, que no está mal salir de noche y beber alcohol en compañía de amigos. Esto no me sorprende, pero me alarma. Me alarman las expectativas que se crean entorno a lo que una mujer (joven especialmente) debe o no debe hacer. También me preocupa la manera en la que los hombres (desde niños) son socializados a través de discursos que cero les contribuyen. Tenemos estas ideas de que los hombres no lloran, de que si no son capaces de proveer económicamente no valen, de que una parte sustancial de su ser se manifiesta a través de su señorío natural del deseo sexual (sentido de todo mal).

Al final, es un mismo discurso en dos direcciones, las mujeres somos débiles, jamás debemos salir a la calle solas, mucho menos beber alcohol; los hombres deben de ser fuertes, actuar como su tuvieran la verdad, proveer seguridad y ejercer algún tipo de violencia. Tenemos esto y bueno, ya sabemos cómo acaba el cuento. 

Esta por demás decir que encuentro los actos de violencia física y asesinato condenables y que, con la muerte de una, se nos muere una parte de nuestro ser. Sin embargo, no hay que perder de vista lo que acontece y pasa de largo en la cotidianidad de las relaciones entre hombres y mujeres. De cómo al tratar de reproducir las formas y el "deber ser" muchas relaciones se mantienen desde el miedo al cambio, a la soledad, a la incertidumbre, al que dirán y que producen personas desdichadas, resignadas que en las redes sociales y en su actuar condenan el que una mujer joven salga de su casa para irse de fiesta, que digan que los pobres son pobres porque son flojos, que culpen a los 43 por no haber estado en su casa o en clases cuando los desaparecieron. 

La realidad es dura, el futuro distopico y algo que este año me la he pasado diciendo en tono de broma y no, es que la mayoría de los mexicanos vivimos nuestras relaciones sentimentales y juzgamos la vida de los demás cual telenovela, donde el "pégame, pero no me dejes" el "tener una casa chica", la falta de autoestima y respeto para con los demás son persistentes. Esto me ha llevado a preguntarme, ¿cómo debería entonces de ser? la respuesta que tengo hasta ahora, desde mi posición privilegiada de mujer educada, es que debemos empezar a movernos desde la autocrítica, que debemos cuestionar "desde dónde" es que llevamos a cabo nuestro actuar para con los demás. ¿Por qué y para qué juzgar y culpar a las víctimas?

En fin, cansada del drama y sin esperar un final feliz después de todo lo que hemos sufrido pero con la esperanza de construir una sociedad más equitativa termino esta entrada (sentido de me encanta escribir).